¿Un fotógrafo profesional es quien gana dinero haciendo fotos o quien se gana la vida con la fotografía? La primera definición, mucho más amplia, podría incluir a casi cualquier persona mientras que la segunda sería más restrictiva. Cuando alguien dice que quiere ser fotógrafo profesional suele referirse a hacer de la fotografía una profesión, pero el propio diccionario define al fotógrafo como la persona que hace fotografías, especialmente como actividad profesional.
Así que, dejando a un lado la rentabilidad de la actividad, vamos a fijarnos en otros aspectos que, a nuestro modo de ver pueden decir mucho de la profesionalidad de un fotógrafo o, contrariamente a lo que se piensa, no significan nada.
Por ejemplo, la formación, aunque aprender es muy importante, cuanto más mejor, ser un fotógrafo profesional no implica necesariamente tener formación reglada. Muchos de los mejores fotógrafos de la historia son autodidactas y otros han recibido educación en el campo de la fotografía pero ninguno de ellos es ni profesional ni genial solo por ello.
La calidad del trabajo fotográfico sí que define al fotógrafo profesional y éste siempre debe estar dispuesto a mejorar. El fotógrafo profesional no lo hace el equipo más caro y sofisticado, pero sí la persona que mejor sabe exprimirlo y utilizarlo para sacarle todo el partido. Es una actitud que no solo debemos asociar a alguien que está comenzando su carrera, sino a cualquier profesional motivado en mantener un trabajo de calidad a lo largo de los años y adaptarse a lo nuevos tiempos abranzando las ventajas de la tecnología y aprendiendo nuevas técnicas y habilidades.
Por último, creemos que un buen fotógrafo profesional es hábil en la comunicación con el cliente. Se trata de un aspecto básico del trabajo, dar al cliente lo que quiere y, por ello, debe cuidarse esta relación y por qué no, mantenerse. Es la mejor forma e llegar a más personas.
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